lunes, 10 de noviembre de 2008

Mis primeras impresiones

Han pasado cuatro meses desde aquel viaje a Benin en Julio. Desde entonces había pensado escribir mis primeras impresiones y, por una u otra razón, lo he ido posponiendo. Si pudiera describirlas en pocas palabras diría que Benin me resultó mucho más familiar de lo que esperaba. Fué interesante y, a la vez, placentero "conectar" con una raíz cultural en un lugar geográficamente tan alejado de "casa".

Pero esto no es extraordinario, pues la influencia africana en Latinoamérica proviene precisamente de esta región de África Occidental. De hecho, el antiguo reino de Dahomey, que se encontraba en el actual territorio de la República de Benin, fue uno de los principales captores y exportadores de esclavos durante los siglos XV-XVIII. Los Portugueses, Franceses y Holandeses tenían bases permanentes en Ouidah, de donde partían barcos repletos de esclavos hacia el Nuevo Mundo. Así, los africanos de esta región llevaron a América sus ritmos e instrumentos musicales, creencias, artes, entre otras cosas. Pero también los europeos llevaron a África productos e influencias del continente Americano como el chile, el maíz, el frijol, y tomate, que hoy en día constituyen parte de la dieta básica de los Benineses. Desde entonces, el intercambio no ha cesado.

Ahora con la tecnología, el intercambio de ideas e información continúa. Por ejemplo, el primer día que estuvimos en Cotonou (la capital económica), ví en la televisión del hotel un documental Francés sobre los Taraumaras y el norte de México. Fue bastante raro ver en la televisión algo tan familiar pero explicado hacia una audiencia extranjera, jaja. También encontré que los Benineses disfrutan sentarse por las tardes a ver la transmisión de telenovelas latinoamericanas dobladas al Francés. De hecho, un par de personas, en cuanto les dije cual es mi nacionalidad, me dijeron "ah si, las telenovelas Mexicanas!" jaja, no cabe duda que hoy en día son la mayor exportación de México.

En Marruecos me pasó algo similar. Platicando con un taxista, le comenté que soy mexicana y él me dijo "ah las películas mexicanas nos gustan mucho aquí en Marruecos". Yo pensé "cuáles? con que no sean las de Lola la Trailera". Y me dice "Pedro infante". "Ahhh..." -pense- "fiuuuufff que bueno que les lleguen las buenas". El taxista decía entusiasmado que los Marroquíes se identifican mucho con esas películas y que por eso les gustan. Esa vez me quedé pensando que es cierto, tenemos mucho en común. Por un lado, por cuestiones históricas (sobre todo la influencia árabe del norte de África en Espania), pero por otro lado, compartimos las mismas problemáticas del llamado "subdesarrollo" y las situaciones de pobreza que de ello se derivan (pero bueno, el tema de la "pobreza" es otro que requiere un post aparte).

Esto me hace recordar que en varias ocasiones he escuchado comentarios de mexicanos citadinos que dicen: "es que nosotros occidentales..." Y de hecho, desde que vivo en Europa me di cuenta que no, nosotros no somos occidentales. No sé en qué momento nos creamos esa idea. Sí, el idioma castellano tendrá raíces latinas y griegas, y la cultura "occidental" proviene de la fusión greco-romana, pero sobre todo también anglosajona. No hay que olvidar que, hoy en día, lo que entendemos por "Occidente" esta muy relacionado con el predominio de la cultura anglosajona. Por eso pienso que, es cierto, quizás habremos tenido una educación occidentalizada, pero eso no nos hace -gracias a la vida-, occidentales. Así como también, el compartir ritmos musicales africanos, no nos hace africanos. Es más, pienso que quizás hasta compartimos más elementos culturales con Marruecos o Benin, que con "Occidente".

Entonces, en qué momento aprendimos a vernos tan distintos y distantes? Y por qué razón nos empeniamos en seguirnos y seguirlos viendo a través del espejo de aquello que no somos?

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